Aceite, panes y peces
Parece un cuento con moraleja pero es una historia verdadera.
Hace años, en la medina de la ciudad de Tetuán, el aceitero recogía su pequeña tienda y se sentía satisfecho de las ventas del día, se acercaba la fiesta del Aid Al Kebir y era una de las semanas que más se demandaba aceite. Hoy, casi había acabado la vasija que abrió hace unos días y antes de marcharse decidió abrir la otra ya que seguro que al día siguiente tendría más demanda de aceite....le venían muy bien este aumento de las ventas pues sacar adelante a su numerosa prole era bastante complicado... quitó el precinto y levantó la tapadera y ....!HORROR! quedó pálido al tiempo que le temblaban las piernas y se llevaba las manos tapándose la cara como para ahuyentar la visión que tenía delante: una enorme rata flotaba ahogada en el aceite.....se le agolparon en su cabeza tantos pensamientos que pensaba iba a estallarle:
-no puedo vender este aceite... ¡la ruina de la familia! ...
-puedo venderla nadie ha visto a la rata...
-pero eso no está bien, es un engaño y puede ser peligroso...-
-No, no sería capaz de ir sirviendo en las botellas de sus vecinos ese aceite para sus guisos...pero entonces no solo no podría comprar el pequeño cordero que tenía apalabrado para la Fiesta del Sacrificio sino que ese golpe para su pequeña economía le haría pasar muchos apuros a su familia....
Al amanecer todavía no había podido dormir y mientras oía llamar a la primera oración de la mañana decidió acudir a pedir consejo a su amigo al que todos tenían por hombre instruido y justo.
Le explicó todo y sus dudas en la determinación que tomar: su honradez le impedía vender aquel aceite pero no podía dejar a su familia con hambre...
Su amigo le pidió unas horas para reflexionar.....al atardecer apareció en la tienda del aceitero:
“-He encontrado la solución: no puedes vender ese aceite pero tampoco puedes dejar a tu familia sin comer...Así que he hablado con los responsables de las mezquitas de la medina y ellos te van a comprar el aceite para encender los candiles que las iluminan....Ganarás algo menos pero podrás dar de comer a tus hijos...”
Me encanta esta historia. Las dudas del aceitero entre lo ético y sus necesidades....pedir consejo....y la solución que implica a la comunidad en el problema de uno de sus miembros...
Cuando Mustafa me contó esta historia me acordé de una conversación con Jorge:
- “Ana, -me dijo- el verdadero milagro de la multiplicación de los panes y los peces es que cada uno aporta lo que tiene para que coman todos: es el milagro de la comunidad...”
¡el mundo sería distinto si todos pudiéramos contar con la implicación y ayuda de la sociedad!
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